Repercusión del sector automovilístico en Londres
Es una de las ciudades con más historia en el mundo, con gran peso en el ámbito de las artes, el comercio, la educación, el entretenimiento, la moda, las finanzas, los medios de comunicación, la investigación, el turismo y el transporte.
Sus más de ocho millones de habitantes y los millones de turistas que la visitan cada año, convierten a esta urbe en un gran hormiguero de gentes en las aceras y de coches en las avenidas.
La red de transporte público de Londres es una de las más extensas del mundo, basada en líneas locales de tren, metro, tranvías y autobuses (existen en la ciudad más de 8000 y transportan unos seis millones de usuarios diario), además de los miles de personas que han decidido moverse en bicicletas. Por supuesto que nos faltan por mencionar los taxis negros con unos diseños retro, muy famosos por sus recurrentes imágenes en las películas.
Ya son más de cien años de historia de un evento dentro de esta ciudad milenaria. Une vento que por estos días transita por días agónicos y que tal parece no tendrá posibilidades de resucitar. Nos referimos al Salón del Automóvil de Londres, que por años fue uno de los más importantes de todos los que se celebraban en Europa y en el mundo y que hoy ve cómo otras ciudades le quitan el protagonismo que por derecho propio le perteneció.
Incluso llegó a englobar a nada más y nada menos que a unos 900.000 espectadores, cifra alto respetable para este tipo de eventos. La causa de que por ahora no se pueda vislumbrar una luz en el medio del camino es la falta de interés mostrada tanto por el público, las firmas participantes como por los organizadores. No hay que esforzarse mucho para comprender el escenario: en medio de una depresión económica no se pueden permitir grandes pérdidas y este evento, más allá de su tradición, no puede ser para Londres y para las firmas otro peso en su lucha contra la crisis.
